La mamada de la «epidemia de autismo.»

Seguimos con el 3ro de los 50 términos en psicología y psiquiatría que deberían ser evitados.  Lilienfeld, Sauvigné, Lynn, Cautin, Latzman y Waldman (2015) nos presentan estos términos que todo psicólogo, estudiante y profesor de psicología debe tener en cuenta ya que son incorrectos, engañosos, mal empleados, ambiguos o con palabras de lógica confusa. Como siempre al final de esta traducción del extracto del artículo les presento la referencia con el artículo original que puede ser descargado de manera gratuita. Si piensa usted que este artículo es informativo y vale la pena haga favor de compartirlo con quienes podrían beneficiarse, ya que la educación sobre estos temas debe ser un bien común.

Twin boys who function on the opposite ends of the autism spectrum.
26 Feb 2007, Twinsburg, Ohio, USA — Twin boys who function on the opposite ends of the autism spectrum. — Image by © Jodi Cobb/National Geographic Creative/Corbis

3. Epidemia de autismo.

Se ha dedicado un gran esfuerzo por descubrir las fuentes de la «epidemia de autismo» (p. ej., King, 2011), el supuesto incremento masivo en la incidencia y prevalencia de autismo, ahora llamado trastorno de espectro autista, a través de los últimos 25 años. Los factores causales siendo implicados en esta «epidemia» que se han propuesto incluyen las vacunas, ver la televisión, alergias en la dieta, antibióticos y los virus.

Sin embargo, hay poca evidencia de que esta supuesta epidemia refleja un incremento genuino en los índices de autismo per se a diferencia de un incremento en el diagnóstico derivado de varios sesgos y artefactos, incluyendo un aumento en la conciencia social sobre los rasgos del autismo («sesgo por detección»), incremento en los incentivos para los distritos escolares que reportan diagnósticos de autismo y una reducción de los umbrales diagnósticos para autismo a través de ediciones sucesivas del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Gernsbacher et al., 2005; Lilienfeld and Arkowitz, 2007). En efecto, los datos indican que cuando los criterios de diagnóstico para autismo se mantenían constantes, los índices de este trastorno se mantuvieron esencialmente constantes entre 1990 y 2010 (Baxter et al., 2015). Si los índices de autismo se están incrementando, el incremento parecería ser mínimo a lo mucho, difícilmente justificando la afirmación generalizada de una «epidemia.»

A continuación les dejo la referencia al artículo que pueden descargar gratuitamente:

Lilienfeld SO, Sauvigné KC, Lynn SJ, Cautin RL, Latzman RD and Waldman ID (2015) Fifty psychological and psychiatric terms to avoid: a list of inaccurate, misleading, misused, ambiguous, and logically confused words and phrases. Front. Psychol. 6:1100. doi: 10.3389/fpsyg.2015.01100

La mamada del «medicamento antidepresivo.»

Continuamos con los extractos del artículo publicado por el equipo de investigadores, Lilienfeld, Sauvigné, Lynn, Cautin, Latzman y Waldman (2015), quienes nos presentan 50 términos psicológicos y psiquiátricos que deberían ser evitados. El artículo está dividido en diferentes clases de términos -incorrectos, engañosos, mal empleados, ambiguos y con palabras de lógica confusa- que no deberían ser empleados por profesores de psicología y sus estudiantes. A continuación les presento el segundo en la sección de «términos incorrectos o engañosos.»

2. Medicamento antidepresivo.

Medicamentos, tales como los tricíclicos, inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina e inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina y norepinefrina, son llamados «antidepresivos» de forma rutinaria. Sin embargo hay poca evidencia de que estos medicamentos son más eficaces para tratar (o prevenir recaídas de) trastornos del estado de ánimo que para varias otras condiciones, tales como trastornos relacionados con ansiedad (p.ej., trastorno por pánico, trastorno obsesivo-compulsivo; Donovan et al., 2010) o bulimia nervosa (Tortorella et al., 2014). Por lo tanto, su especificidad para depresión es dudosa, y su nombre deriva más de precedencia histórica -la evidencia inicial para su eficacia nace de investigación en depresión (France et al., 2007)- que desde evidencia científica. Además, algunos autores argumentan que estos medicamentos son considerablemente menos eficaces de lo que comúnmente se proclama y son solo de beneficio para la depresión severa, pero no la leve y moderada, lo que quiere decir que la etiqueta de «antidepresivo» es potencialmente engañosa (Antonuccio y Healy, 2012; pero véase Kramer, 2011, para un punto de vista alternativo).

Capsules with antidepressants in a blister pack
Capsules with antidepressants in a blister pack — Image by © Doc-Stock/Corbis

Lo que los autores nos quieren decir es que estos medicamentos han sido llamados antidepresivos solamente porque fueron empleados para tratar la depresión en un inicio, no porque fueron desarrollados conociendo el mecanismo exacto por medio del cual serían de beneficio. Se los administraban a pacientes psiquiátricos con depresión profunda y observaron que mejoraban sus síntomas. Hay muchos investigadores y autores que han presentado evidencia de que no son tan útiles para depresión leve a moderada, e incluso algunos que afirman que su efecto se podría deber a un efecto placebo activo. También hay que tomar en cuenta los riesgos de efectos secundarios que presentan en aquellos pacientes que los toman, sobre todo el incremento en intentos de suicido en poblaciones jóvenes. Antes de pensar en recomendar el uso de estos medicamentos tenemos la obligación de estar bien informados y educar a nuestros clientes/pacientes y sus familiares.

A continuación les dejo la referencia al artículo que pueden descargar gratuitamente:

Lilienfeld SO, Sauvigné KC, Lynn SJ, Cautin RL, Latzman RD and Waldman ID (2015) Fifty psychological and psychiatric terms to avoid: a list of inaccurate, misleading, misused, ambiguous, and logically confused words and phrases. Front. Psychol. 6:1100. doi: 10.3389/fpsyg.2015.01100

La mamada del «gen para la…»

A continuación les presento un extracto del artículo publicado recientemente por un grupo de investigadores que introduce aquellos términos que los psicólogos o psiquiatras debemos evitar. Es un excelente artículo que puede ser descargado gratuitamente y cuyo objetivo es «promover el pensamiento claro y la escritura clara entre estudiantes y profesores de la ciencia psicológica.» El artículo está dividido en diferentes clases de términos que deberían ser evitados por quienes enseñan psicología y los estudiantes. A continuación les presento el primero en la sección de «términos incorrectos o engañosos.»

Un gen para…

Los medios de comunicación están repletos de reportajes en donde se identifican “genes para” un gran número de fenotipos, incluyendo rasgos de personalidad, trastornos mentales, homosexualidad, y actitudes políticas (Sapolsky, 1997). Por ejemplo, en el 2010, The Telegraph (2010) pregonaba con el titular, “Gen liberal descubierto por científicos.” Sin embargo, debido a que los genes codifican para proteínas, no hay ningún “gen para” fenotipos per se, incluyendo fenotipos conductuales (Falk, 2014). Además, estudios de asociación genómica a gran escala para los principales trastornos psiquiátricos, tales como esquizofrenia y trastorno bipolar, sugieren que probablemente hay pocos o ningún gen de gran efecto (Kendler, 2005). En este respecto, estos trastornos son diferentes a trastornos médicos de un solo gen, tales como la enfermedad de Huntington o fibrosis cística. La misma conclusión es probablemente cierta para todos los rasgos de personalidad (De Moor et al., 2012).

No es sorprendente que, las primeras afirmaciones de que el gen para la monoamino oxidasa A (MAO-A) es un “gen guerrero” (McDermott et al., 2009) no han pasado el escrutinio. Este polimorfismo parece estar solo modestamente asociado con un riesgo para agresión, y ha sido reportado como estado asociado con condiciones que no están ligadas a un riesgo marcadamente  elevado de agresión, tales como depresión mayor, trastorno de pánico, y trastorno de espectro autista (Buckholtz y Meyer-Lindenberg, 2013; Ficks y Waldman, 2014). La evidencia para un “gen Dios,” el cual supuestamente predispone a la gente hacia experiencias místicas o espirituales, se puede decir que es aun menos impresionante (Shermer, 2015) y no más convincente que la que existe para el “punto o región de Dios” en el cerebro (véase “punto o región de Dios”). A propósito, el término “gen” no debe confundirse con el término “alelo”; los genes son tramos de ADN que codifican para una característica morfológica o conductual dada, mientras que los alelos son versiones diferentes de un polimorfismo específico en un gen (Pashley, 1994).

DNA Structure
Stylized illustration of strands of human DNA, deoxyribonucleic acid. — Image by © Science Picture Co./Corbis

En otras palabras, no hay trastorno o problema psicológico, ni rasgo de personalidad que sea debido a un solo gen. Los genes codifican proteínas y no conductas o trastornos complejos. Por ejemplo, hay personas que son más introvertidas que otras. Esto probablemente se debe a la combinación de muchos genes involucrados en diferentes procesos que en conjunto generan ese fenotipo de introversión gracias a la presencia de diferentes alelos o versiones de esos mismos genes en un individuo. Lo cual quiere decir, que no vamos a encontrar un solo gen para la depresión, o para ser bueno en los deportes, o para ser más agresivo o dedicado en el trabajo, para el espectro autista, etc.

A continuación les dejo la referencia al artículo que pueden descargar gratuitamente:

Lilienfeld SO, Sauvigné KC, Lynn SJ, Cautin RL, Latzman RD and Waldman ID (2015) Fifty psychological and psychiatric terms to avoid: a list of inaccurate, misleading, misused, ambiguous, and logically confused words and phrases. Front. Psychol. 6:1100. doi: 10.3389/fpsyg.2015.01100

La mamada (mito) de la baja autoestima

A continuación les presento la sección dedicada al mito de la baja autoestima como causa principal de problemas psicológicos en el libro de Lilienfeld et al., 50 Grandes Mitos de la Psicología Popular.

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Mito #33 

La baja autoestima es una de las principales causas de problemas psicológicos

En la mañana del 20 de Abril de 1999 –quizás no por casualidad, el 110º aniversario del nacimiento de Adolfo Hitler– dos estudiantes adolescentes vestidos en gabardinas negras se pasearon de forma calmada dentro de la escuela preparatoria Columbine en Littleton, Colorado. Aunque eran esencialmente desconocidos antes de esa mañana, Eric Harris y Dylan Klebold se volverían nombres muy conocidos en los Estados Unidos para el final del día. Armados con una variedad de pistolas y bombas, alegremente persiguieron y mataron a 12 estudiantes y un maestro antes de matarse a sí mismos.

En cuanto ocurrió la tragedia de Columbine un desfile de expertos en salud mental y comentadores sociales se tomaron a las ondas radiales para especular sobre sus causas. Aunque estos comentaristas invocaron una serie de posibles influencias, una surgió como la clara favorita: baja autoestima. Las opiniones expresadas en un sitio de la web eran típicas:

La balacera en Columbine y en otras escuelas a través del país continúan el aterrador patrón de chicos disparando a chicos… Aun cuando el mantener las pistolas fuera de las manos de nuestros hijos es crítico, el enseñarles a valorarse a sí mismos y a otros es aun más importante. (www.axelroadlearning.com/teenvaluestudy.htm)

Otros han explicado la supuesta epidemia reciente de balaceras escolares a través de los Estados Unidos en términos de una marcada disminución del autoestima en los niños (decimos “supuesta” ya que la afirmación de que las balaceras en escuelas se han vuelto mucho más comunes es en sí un mito; Cornell, 2006). Los pocos profesionales en salud mental que han cuestionado esta sabiduría prevaleciente de manera pública no siempre han sido bien recibidos. Durante un talk show televisado en los 1990s, una psicóloga pacientemente trataba de explicar las múltiples causas subyacentes en la violencia adolescente. Un productor asociado, creyendo que los argumentos de la psicóloga eran innecesariamente complicados, agitó con molestia hacia ella una gran tarjeta que simplemente leía “¡AUTOESTIMA!” (Colvin, 2000).

De hecho, muchos psicólogos populares han mantenido por mucho tiempo que la baja autoestima es el principal culpable en generar muchas conductas dañinas, incluyendo violencia, depresión, ansiedad, y alcoholismo. Desde el clásico de Vincent Peale (1952) El poder del pensamiento positivo en adelante, los libros de auto-ayuda que proclaman las virtudes del autoestima se han vuelto elementos habituales en librerías. En su libro bestseller, Los seis pilares del autoestima, el guru del autoestima Nathaniel Branden insistía que uno:

no puede pensar en un solo problema psicológico –desde ansiedad hasta depresión, desde miedo a la intimidad o al éxito, desde violencia doméstica o abuso de menores– que no se pueda rastrear hacia el problema de baja autoestima. (Branden, 1994)

La National Association for Self-Esteem (Asociación Nacional para el Autoestima) de forma similar afirma que:

Se ha documentado una relación cercana entre la baja autoestima y problemas tales como violencia, alcoholismo, abuso de drogas, trastornos de la alimentación, deserción escolar, embarazos adolescentes, suicidio, y bajo desempeño escolar. (Reasoner, 2000)

La percepción de que la baja autoestima es perjudicial para la salud psicológica ha ejercido un gran impacto en las políticas públicas. En 1986, California financió un Equipo Especial en Autoestima y Responsabilidad Personal y Social por alrededor de $245,000 dólares al año. Su objetivo era examinar las consecuencias negativas de la baja autoestima y encontrar maneras para remediarla. El principal proponente detrás de este equipo especial, el parlamentario estatal de California John Vasconcellos, sostuvo que el mejorar el autoestima de los ciudadanos de California ayudaría a equilibrar el presupuesto del estado (Dawes, 1994).

El movimiento de la autoestima también se filtró dentro de las prácticas educacionales y ocupacionales prevalecientes. Muchos maestros de escuela en Estados Unidos piden a los niños que generen listados de aquello que los hace buenas personas esperando que esto mejore el valor propio de sus pupilos. Algunas ligas atléticas ofrecen trofeos a todos los estudiantes para evitar que los competidores que pierden se sientan inferiores (Sommers & Satel, 2005). Una escuela primaria en Santa Monica, California prohibió que los niños jugaran a la roña ya que “los niños no se sentían bien al respecto” (Vogel, 2002), aun más otras escuelas se refieren a los niños que no tienen buena ortografía como “deletreadores individuales” para evitar lastimar sus sentimientos (Salerno, 2009). Varias compañías de EUA también se unieron a la moda de la autoestima. La Scooter Store, Inc., en New Braunfels, Texas, contrató a un “asistente de celebraciones” quien está asignado a lanzar más de 10 kilos de confeti cada semana a los empleados en un esfuerzo por aumentar su valor propio, y el Container Store ha instituido “Mensajes de Voz Celebratorios” para proveer halagos continuos a sus trabajadores (Zaslow, 2007).

Además, el Internet está lleno de libros educacionales y productos con el propósito de aumentar la autoestima de los niños. Un libro, Juegos del autoestima (Sher, 1998), contiene 300 actividades para ayudar a los niños a sentirse bien sobre sí mismos, tales como repetir afirmaciones positivas que enfatizan su singularidad, y otro libro, 501 maneras para aumentar la autoestima de sus hijos (Ramsey, 2002), fomenta que los padres den más voz en las decisiones familiares, tales como permitirles decidir cómo ser castigados. Uno puede mandar pedir una “Baraja de Preguntas sobre Autoestima” de tarjetas que consisten en preguntas diseñadas para recordarnos de nuestros logros –como “¿Cuál es un objetivo que ha alcanzado?” y “¿Qué distinción ha recibido anteriormente y de la cual está orgulloso?” Uno hasta puede comprar un tazón para cereal estampado en letras grandes con afirmaciones positivas, como “¡Soy talentoso!” y “¡Soy guapo!”

Pero hay una mosca en la sopa. La mayoría de la investigación muestra que una baja autoestima no está asociada de manera fuerte con una pobre salud mental. En un meticuloso –¡y probablemente doloroso!– análisis de revisión, Roy Baumeister, Jennifer Campbell, Joachim Krueger, y Kathleen Vohs (2003) sondearon toda la evidencia disponible –más de 15,000 estudios– vinculando al autoestima con casi toda variable psicológica concebible. Al contrario de las afirmaciones generalizadas, encontraron que la autoestima está mínimamente relacionada al éxito interpersonal. Ni está la autoestima consistentemente relacionada con fumar, abuso de alcohol, o abuso de drogas. Además, descubrieron que aunque la autoestima está asociada de manera positiva con el desempeño escolar, no parece ser su causa (Mercer, 2010). En su lugar, un mejor desempeño escolar parece contribuir a un alto autoestima (Baumeister et al., 2003). Es  probable que algunas investigadores previos han malinterpretado la correlación entre autoestima y desempeño escolar como reflejando un efecto causal directo de la autoestima (véase Introducción, pág. 13). Además, aunque la autoestima está asociada con depresión, esta correlación solo es moderada en tamaño (Joiner, Alfano, & Metalsky, 1992). Como consecuencia, “una baja autoestima no es necesaria ni suficiente para depresión” (Baumeister et al., 2003, pág. 6).

Aún así, lectores con alta autoestima no necesitan perder esperanza. La autoestima parece aportar dos beneficios (Baumeister et al., 2003). Decimos “parece” porque estos descubrimientos son solamente correlacionales y pudieran no ser causales (véase Introducción, pág. 13). Dicho esto, la autoestima está asociada con mayor (1) iniciativa y persistencia, esto es, la disposición para intentar tareas y mantenerse con ellas cuando surgen dificultades, y (2) felicidad y resiliencia emocional.

La autoestima también está relacionada con una tendencia a verse a uno mismo de forma más positiva que los demás. Individuos con alto autoestima se consideran a sí mismos de manera consistente como más listos, más atractivos físicamente, y más agradables que otros individuos. Sin embargo estas percepciones son ilusorias, porque gente con alta autoestima no califican más alto que otras personas en medidas objetivas de inteligencia, lo atractivo, y popularidad (Baumeister et al., 2003).

Cuando se trata de violencia, la historia se vuelve más complicada. Hay algo de evidencia de que la baja autoestima está asociada con un riesgo elevado de agresión física y delincuencia (Donnellan, Trzesniewski, Robins, Moffitt, & Caspi, 2005). Sin embargo una alta autoestima no protege a la gente de la violencia. Al contrario, un subgrupo de individuos con alta autoestima –específicamente, aquellos cuya autoestima es inestable– están en mayor riesgo para agresión física (Baumeister, 2001). Estos individuos tienden a ser narcisistas y se creen merecedores de privilegios especiales, o los llamados “derechos” narcisistas. Cuando son confrontados con un desafío a su valor percibido, o lo que los psicólogos clínicos denominan “herida narcisista,” son probables en agredir a los demás.

Es interesante que, Harris y Klebold parecían ser todo menos inseguros de sí mismos. Ambos estaban fascinados con el nazismo y preocupados con fantasías de dominación global. Los diarios de Harris revelaron que se veía a sí mismo como moralmente superior a los demás y sentía menosprecio por casi todos sus pares. Harris y Klebold habían sufrido frecuentemente de bromas por sus compañeros de clase, y la mayoría de los comentaristas asumieron que este maltrato produjo baja autoestima, reforzando el riesgo de Harris y Klebold para la violencia. Estos comentaristas probablemente fueron presas de razonamiento post hoc, ergo propter hoc (después de esto, por lo tanto debido a esto) (véase Introducción, pág. 14), lo cual pudiera ser la clave del mito de la baja autoestima. Por más tentador que pudiera ser, no podemos tomar la inferencia de que debido a que la burla precede a la violencia, necesariamente la produce. En su lugar, el alto autoestima de Harris y Klebold pudiera haberlos llevado a percibir las burlas de sus compañeros de clase como amenazas a sus sentidos inflados de valor propio, motivándolos a buscar venganza.

En una serie de experimentos ingeniosos, Brad Bushman, en colaboración con Baumeister, le pidió a participantes que escribieran ensayos expresando sus actitudes hacia el aborto (véase también Mito #30). Un asistente de investigación haciéndose pasar por otro participante evaluó cada ensayo. Sin que los participantes estuvieran enterados, esta evaluación era una completa artimaña. De hecho, Bushman y Baumeister asignaron de manera aleatoria a mitad de los participantes para recibir comentarios positivos (“¡Sin sugerencias, excelente ensayo!”), y la otra mitad comentarios negativos (“¡Este es uno de los peores ensayos que he leído!”). Después los participaron tomaron parte en una “competencia” simulada permitiéndoles contraatacar a su evaluador de ensayos con un estallido de ruido fuerte y molesto. Los participantes narcisistas  respondieron a las evaluaciones negativas bombardeando a sus oponentes con ruidos significantemente más fuertes que los otros participantes. Las evaluaciones positivas no produjeron tal efecto (Bushman & Baumeister, 1998).

De manera consistente con estos hallazgos, los “bullies” y algunos niños agresivos tienden a tener percepciones generalmente positivas de cómo los demás los aprecian (Baumeister et al., 2003). Christopher Barry y sus colegas le pidieron a niños agresivos y no agresivos estimar su popularidad entre sus pares y compararon sus calificaciones con clasificaciones reales obtenidas de sus pares. Los niños agresivos son más probables que los niños no agresivos en sobreestimar su popularidad; esta tendencia estaba especialmente marcada entre niños narcisistas (Barry, Frick, & Killian, 2003; Emler, 2001).

Las implicaciones de estos hallazgos son preocupantes, especialmente si consideramos la popularidad de programas de autoestima para adolescentes en riesgo. La Asociación Nacional para la Autoestima recomienda 13 programas –muchos volando bajo el cartel de “programas de educación afectiva”– diseñados para reforzar el autoestima de muchos jóvenes llenos de problemas (http://www.self-esteem-nase.org/edu.php). Además, muchas prisiones han desarrollado programas de autoestima para reducir la reincidencia. La investigación que hemos descrito sugiere que estos programas podrían producir consecuencias negativas, especialmente entre participantes en alto riesgo de agresión. Lo único que Eric Harris y Dylan Klebold no necesitaban era un autoestima más alto.

Un breve extracto de un meta-análisis sobre intervenciones psicoterapéuticos basadas en el perdón

10th anniversary of the September 11 Attacks

A continuación les presento un extracto de un artículo publicado recientemente sobre la eficacia de modelos teóricamente basados de intervención en perdón. Los autores del estudio, Wade, Hoyt, Kidwell & Worthington (2013) realizaron un meta-análisis en donde toman los datos de 54 estudios publicados y no publicados sobre intervenciones explícitamente aplicadas para promover el perdón. El modelo Enright y el modelo Worthington de intervenciones en perdón pueden ser aplicadas de manera individual y grupal. El extracto inicia a continuación:

El estudio psicológico del perdón ha aumentado dramáticamente en las últimas dos décadas (Fehr, Gelfand, & Nag, 2010; Worthington, 2005), especialmente en la exploración de intervenciones diseñadas de manera explícita para promover el perdón. La evidencia inicial apoya la eficacia de estas intervenciones en perdón, mostrando que pueden ayudar a los participantes a incrementar su grado de perdón por una ofensa o daño, aumentando la esperanza y bienestar psicológico, y disminuyendo depresión, ansiedad, y enojo (Baskin & Enright, 2004; Wade, Worthington, & Meyer, 2005).

Definición del Perdón

¿Qué es «perdonar»? De acuerdo al consenso que emerge entre los investigadores en intervenciones, el perdonar puede incluir tanto (a) la reducción de pensamientos, sentimientos, y motivos de venganza y enojo que pueden estar acompañados de (b) un aumento en alguna forma de pensamientos, sentimientos, y motivos positivos hacia la persona que ofende (Wade & Worthington, 2003). Así, el perdonar se entiende como una experiencia principalmente interpersonal que no incluye reconciliación con la persona que ofende aun cuando la reconciliación pudiera acompañarla. La mayoría de los investigadores están de acuerdo que el perdonar no es olvidar, condonar, o excusar la mala conducta, y tampoco es simplemente lo opuesto o la ausencia de amargura y vengatividad (i.e., falta de perdón, Wade & Worthington, 2003; véase un acuerdo esencial entre 20 equipos de investigadores en Worthington, 2005).

Dada esta definición, el buscar promover el perdón en psicoterapia es más que simplemente reducir enojo, amargura, y ruminación vengativa. Con muchos clientes, la simple reducción o eliminación de pensamientos y sentimientos negativos pudiera ser considerado un éxito psicoterapéutico. Sin embargo, algunos psicoterapeutas se han preguntado, ¿Qué más se puede hacer por mis clientes que han experimentado un daño significante? (p. ej., DiBlasio & Benda, 1991). En respuesta a esta pregunta, investigadores y clínicos han propuesto que ayudar a los clientes a perdonar pudiera ser un enfoque útil en psicoterapia (Enright, 2001; Worthington, 2001). Esto está en línea con la perspectiva de la psicoterapia positiva la cual busca atender hacia y desarrollar fortalezas en lugar de solo minimizar problemas (Gelso & Woodhouse, 2003; Seligman, Rashid, & Parks, 2006). Así, la promoción del perdón como una técnica psicoterapéutica es más que simplemente reducir pensamientos y sentimientos negativos pero también incluye ayudar a los clientes a avanzar hacia un funcionamiento más positivo, incluso óptimo.

Intervenciones Explícitas en Perdón

Como resultado, se han desarrollado varios modelos teóricos de perdón para promover el perdonar (p. ej., Enright, 2001; Luskin, 2007; Worthington, 2001). Grupos de investigadores encabezados por Enright y Worthington han liderado el camino en la investigación de eficacia de estas intervenciones. El modelo de tratamiento de Enright contiene 20 pasos (Enright & Fitzgibbons, 2000), los cuales están resumidos en cuatro fases: Descubrimiento (de sentimientos negativos sobre la ofensa), Decisión (para buscar el perdón por una instancia específica), Trabajo (hacia entender a la persona ofensora), y Hallazgo (de resultados positivos no anticipados y empatía hacia la persona ofensora). Cada una de estas fases incluyen varios pasos más pequeños dentro de ellas. Por ejemplo, dentro de la fase de Trabajo, los clientes trabajan hacia entender al ofensor, desarrollar compasión, aceptar/absorber el dolor, y considerar dar el regalo del perdón al ofensor (Enright, 2001). La eficacia del modelo Enright ha sido demostrado con varios grupos tan diversos como adultos sobrevivientes de incesto (Freedman & Enright, 1996), padres que han adoptado niños con necesidades especiales (Baskin, Rhody, Schoolmeesters, & Ellingson, 2011), y pacientes internados que están luchando con adicción al alcohol y drogas (Lin, Mack, Enright, Krahn, & Baskin, 2004).

El otro grupo primario de investigación ha conducido investigación alrededor del modelo de Perdón REACH de Worthington (2001).  Cada letra en el acrónimo REACH representa un componente principal en el proceso del perdón. En el primer paso de este modelo, los participantes recuerdan (R) el daño que experimentaron y las emociones asociadas con este. Después, los participantes trabajan para empatizar (E) con su ofensor, tomar la perspectiva de otro, y considerar factores que pudieran haber contribuido a las acciones del ofensor. Esto se hace sin condonar las acciones del otro o invalidando los sentimientos muchas veces fuertes que la persona ofendida tiene como respuesta. Tercero, los participantes exploran la idea de que el perdonar puede ser un regalo altruista (A) hacia el ofensor. Los participantes aprenden que el perdón se puede dar de manera libre o retenido legítimamente y recuerdan las veces en que otros los han perdonado. Cuarto, los participantes hacen un compromiso (C) para perdonar. Esto incluye comprometerse al perdón que uno ya ha alcanzado así como comprometerse a trabajar hacia más perdón, sabiendo que este es un proceso que muchas veces requiere tiempo para madurar. Por último, los participantes buscan sujetarse (H por su sigla en inglés) de o mantener su perdón a través de momentos de incertidumbre o ante el retorno del enojo y amargura (p. ej., si son lastimados de nuevo de manera similar).

Meta-análisis previos han indicado que intervenciones de esta naturaleza pueden promover de manera efectiva el perdón (Baskin & Enright, 2004; Wade et al., 2005). En uno de los primeros meta-análisis sobre la eficacia de intervenciones en perdón, Baskin y Enright encontraron que en nueve estudios de terapia individual y grupal (N = 330 participantes), intervenciones explícitas en perdón aumentaron el perdón, esperanza, y autoestima, y redujeron ansiedad y depresión.

Conclusiones de los autores del meta-análisis

Parece ser que el usar intervenciones en perdón teóricamente basadas es una buena elección para ayudar a los clientes a lidiar con ofensas pasadas y ayudarles a alcanzar resolución en la forma de perdonar. Las diferencias entre enfoques de tratamiento desaparecieron cuando se hizo control para otros moderadores significantes; la ventaja para intervenciones individuales fue más claramente demostrada para el modelo Enright de intervenciones, ya que no han habido estudios sobre intervenciones individuales utilizando el modelo Worthington.

Tomado del artículo: Wade, N. G., Hoyt, W. T., Kidwell, J. E. M., & Worthington, E. L., Jr. (2013, December 23). Efficacy of Psychotherapeutic Interventions to Promote Forgiveness: A Meta-Analysis. Journal of Consulting and Clinical Psychology. Advance online publication. doi: 10.1037/a0035268

La respuesta placebo: la mamada que resulta no serlo y su utilidad para el médico

Por algunos años he escrito en este blog sobre varios productos y sus promesas de brindar efectos benéficos en materia de salud. Hemos revisado varios ejemplos de mezclas con ingredientes de supuesto origen natural como el Dalay, Ganoderma, Nikzon, Sensa, Coledia, y Bon Balm entre otros. No es sorprendente que al revisar la literatura científica sobre estudios relacionados con la efectividad de sus ingredientes activos nos encontráramos con que no hay evidencia sólida de tal efectividad. Aun así hay mucha gente que sigue promocionando estos productos, que recuenta anécdotas de su efectividad y que se molesta y dejan comentarios que van desde los que cuestionan la calidad de mis artículos hasta aquellos que solo insultan de una manera muy profana. En varias ocasiones he mencionado que cualquier efecto aparentemente benéfico de estos productos puede explicarse, entre otras cosas, por un efecto placebo. Sin embargo no me he tomado el tiempo para hablar sobre este famoso efecto placebo y de que se trata. Creo que si vamos a discutir de manera seria y útil sobre estos productos que se venden al público y se presentan manera engañosa tenemos que poseer un conocimiento básico sobre este concepto del efecto placebo.

El problema al hablar de este tema es que aun hay muchas cosas que no sabemos. En primer lugar debemos tener en cuenta que el término respuesta placebo es mucho más acertado. Pero aun así la palabra placebo es peyorativa. Esto quiere decir que se ve como algo negativo, sin utilidad o solo como un artefacto estorboso. Este concepto del término placebo surge en medicina al observar que las personas respondían de manera favorable y expresaban alivio de síntomas al recibir un supuesto remedio que no contenía ningún ingrediente activo. Desde tiempos inmemorables aquellos que practicaban la medicina sabían que si le daban algún remedio sin propiedades específicas a un paciente este solía expresar alivio y hasta mejorar en su condición. Por eso es que es más apropiado el usar el término respuesta placebo, ya que es una respuesta de nuestro cuerpo hacia algún tipo de estímulo. El término más conocido y empleado de efecto placebo se debe a su uso en estadística. En estudios clínicos de efectividad de algún fármaco se tiene que comparar con algún ingrediente inerte, sin efectos biológicos relacionados con la enfermedad o lesión. Los más utilizados son el almidón y azúcar.

Drop falling from a pipette onto sugar cube

Al estudiar la efectividad de un fármaco se tiene que comparar con un grupo control, o sea un grupo de pacientes que sufren la misma enfermedad o lesión pero que no reciben tratamiento. Obviamente los efectos benéficos del fármaco estudiado deben ser superiores a no dar ningún tratamiento. Pero si ya sabemos que la gente se siente mejor, que se alivian sus síntomas hasta cierto grado solo con saber que están siendo tratados, entonces debemos comparar también la efectividad del fármaco que estamos estudiando o desarrollando con esta respuesta natural del cuerpo mediada por procesos mentales. Por eso además del grupo control se usa otro grupo placebo al cual se le da algún facsímile del fármaco, que sea lo más parecido posible en apariencia, sabor, color, y textura al original pero que no contenga ningún ingrediente activo. Si el efecto benéfico del fármaco es superior al del placebo entonces podemos afirmar que realmente hay buenas razones para administrarlo a los pacientes, obviamente si no hay efectos negativos que nieguen su utilidad. Por eso es que le llaman efecto placebo, ya que al revisar la estadística en los grupos estudiados se encontraban con este resultado que comúnmente se veía como un artefacto o un estorbo. Desgraciadamente los científicos siempre han estado mucho más interesados en estudiar los efectos de los fármacos activos y pocos se han dedicado a estudiar la naturaleza de esta respuesta natural de los seres humanos de mejorar aun cuando se les administra algo que por simple lógica no debería funcionar.

Ha sido hasta hace poco que se le ha dado interés en estudiar el fenómeno placebo, ya sea denominado efecto o respuesta. Una de las cosas que se deben tomar en cuenta es que todo ser vivo ha evolucionado para tener algunos mecanismos de defensa y de restauración al sufrir ataques a su organismo. Cada ser vivo tiene sus propios mecanismos los cuales han sido los más útiles para sus circunstancias. Tenemos a algunos reptiles que pueden hasta regenerar miembros que han perdido. No es de extrañar que nosotros que somos entes sociales y que dependemos tanto de nuestro entorno social hayamos desarrollado algún mecanismo social que active nuestras defensas. En efecto la respuesta placebo podría muy bien ser algún tipo de mecanismo que regula nuestra percepción de dolor y que también activa nuestra defensa inmunológica y regenerativa al ser expuestos a alguna situación de tipo social, como la de tener otros miembros de nuestra comunidad cuidándonos y demostrando comportamientos de ayuda y preocupación por nuestro bienestar.

Al tener en frente de nosotros a una persona de la cual estamos convencidos que puede curarnos entonces varios mecanismos psiconeuroinmunológicos parecen activarse para mediar nuestros procesos naturales de sanación. Pero obviamente estos procesos naturales de sanación siempre estarán limitados por nuestra capacidad innata. Si nos enfrentamos a circunstancias que sobrepasan la capacidad de nuestro cuerpo por sanarse a sí mismo es muy probable que no podamos recuperar nuestra salud. Hay que tener en cuenta que por casi toda su historia la medicina ha dependido de esta respuesta natural de sanación del cuerpo y no precisamente de los ingredientes en las pociones que los antiguos médicos proporcionaban. La medicina moderna con sus bases científicas en los mecanismos de salud-enfermedad tiene relativamente muy poco tiempo. Ahora es posible ir más allá de solo la activación de una respuesta placebo y realmente curar muchas enfermedades y lesiones que antes hubieran sido fatales.

Desgraciadamente el vender un producto que no tenga evidencia sólida de ir más allá de la respuesta placebo es un práctica ubicua. Aquí nos encontramos con cuestiones éticas y legales. ¿Es apropiado el vender un producto con la intención de curar alguna enfermedad, trastorno o lesión aun sabiendo que sus efectos no van más allá del poder de sanación natural de nuestro cuerpo? Muchos diríamos que no. Y si tomamos en cuenta que algunos van más allá al afirmar que tales productos son aun más efectivos que medicamentos muy bien estudiados y con bastante evidencia científica a su favor entonces nos encontramos con actividad que podríamos llamar criminal. Hay mucha gente que ha sufrido verdaderas desgracias en su salud y la de sus seres queridos por confiar en este tipo de personas que alegan tener mejores curas que aquellas nacidas de la ciencia médica moderna. Ciertamente muchas personas han fallecido por confiar en remedios homeopáticos, naturistas, sanaciones energéticas o dietas con suplementos y negarse a sí mismos o incluso a sus hijos una atención médica apropiada. Han habido casos en algunos países en donde han llegado a las cortes con casos de negligencia ya que padres se niegan a buscar atención médica para sus hijos porque confían en que otros métodos alternativos sin evidencia los van a curar de sus enfermedades.

Por último hay que tomar en cuenta que la mayoría de los médicos desconocen la verdadera naturaleza de la respuesta placebo y que la hacen a un lado solo como un estorbo o como un método para tratar a personas que califican de neuróticas. Un médico entrenado en la metodología de la medicina occidental está acostumbrado en confiar más en los fármacos que prescribe y en las intervenciones quirúrgicas que practica que en su propia persona como un vehículo de curación. Aquel médico que esté consciente de que el mismo por su comportamiento y actitud hacia sus pacientes puede afectar de gran manera el curso de la enfermedad podrá ser más efectivo y popular con sus clientes. El demostrar un verdadero interés por la salud de sus pacientes es clave para el éxito de cualquier médico y sus tratamientos. De igual forma el proyectar conocimiento y competencia es de suma importancia, ya que esto transmite confianza al paciente. Aquel paciente que confía en que su médico es competente, que sabe lo que está haciendo y que tiene las mejores intenciones para el recibirá un gran beneficio al potencializar sus recursos innatos de sanación. Pero esto no es algo que se enseña en las escuelas y facultades de medicina. Estas habilidades interpersonales generalmente se adquieren de los formadores, maestros y guías con los que se encuentra uno en la carrera de medicina. Cualquier practicante de medicina que esté interesado en maximizar su capacidad de curación debería preocuparse por mejorar sus habilidades interpersonales, y darse cuenta que es en gran parte él o ella misma, su propia persona la que determinará el éxito de su tratamiento. Hay muchos programas de orientación disponibles en las mejores instituciones médicas para apoyar a los practicantes a mejorar su actitud ante sus pacientes y han tenido resultados muy positivos.

¿Por qué es tan fácil caer en «mamadas»? Segunda Parte

Seguimos con esta serie en la cual exploramos aquellas razones por las cuales solemos caer en «mamadas.» Como todos sabemos la vida está hecha de momentos, muchos de los cuales se caracterizan por la necesidad de tomar decisiones, las cuales pueden tener efectos importantes y duraderos. Así que nadie puede negar que tener la capacidad de tomar buenas decisiones, basándonos en una buena información y un buen análisis es muy importante. Desgraciadamente la mayoría de nosotros tomamos decisiones basándonos en información deficiente o errónea y en las emociones que pudiéramos estar experimentando en ese momento. La vez anterior hablamos de la información que recibimos de manera anecdótica, lo que nos cuentan, los dichos famosos y como solemos creer más en un dicho que en una buena investigación. Hoy hablaremos de la segunda causa por la que la gente promedio, usted y yo, muchas veces caemos en «mamadas.»

2. El deseo de respuestas rápidas y soluciones fáciles.

Hay que darnos cuenta de algo muy cierto, la vida diaria no es sencilla, porque hasta aquellos de nosotros que parecemos cuerdos tenemos que lidiar con problemas. Muchos de nosotros estamos buscando formas para bajar de peso, conseguir suficiente sueño, salir bien en los exámenes, disfrutar nuestros trabajos, y encontrar a una pareja romántica para toda la vida. Por eso no debería extrañarnos que haya una enorme cantidad de métodos o técnicas que ofrecen una manera rápida y sencilla para solucionar todos nuestros problemas y sobre todo sin tener que cambiar nuestra conducta. Puedo conseguir todas esas cosas que siempre he deseado sin tener que esforzarme mucho, sin cambiar mis maneras de ser. Por ejemplo las dietas y suplementos son inmensamente populares, las encontramos por todos lados, aun cuando la investigación demuestra que la gran mayoría de la gente que se pone en una de estas dietas recuperan el peso perdido dentro de unos cuantos años y a esto hay que sumarle la falta de evidencia de que alguno de estos suplementos que se venden para bajar de peso realmente funcionen.

Hay una gran cantidad de productos y servicios que caen dentro de esta categoría. Cursos que prometen incrementar la velocidad de lectura, aun más allá de la velocidad en la que se puede mover el ojo humano. Talleres que prometen curar todo tipo de traumas en solo unas cuantas horas o un fin de semana. Seminarios y cursos sobre como tener la relación de pareja perfecta, que terminan siendo solo un montón de clichés, consejos baratos y manipulación emocional con ejercicios para sanar la relación, pero que después de un par de semanas vuelven a los pleitos. No podemos olvidar todos esos cursos para enseñarte a ser un gran vendedor, formar tu empresa propia, o cualquier otra promesa de cómo ganarás muchos dinero al usar sus métodos. Curiosamente los únicos que ganan dinero con esos cursos son quienes los imparten. De manera similar están todos esos esquemas de pirámide, en donde te prometen hacerte rico siendo tu propio jefe vendiendo un montón de productos que nadie quiere ni necesita, como suplementos, hierbas, vitaminas, maquillaje, ropa, zapatos, etc., siempre contándote la historia de aquel que se hizo rico en ese negocio, sin decirte que fue solo uno en mil.

En fin, todos tenemos esa proclividad a buscar esa respuesta fácil y sencilla sin que ocupe mucho esfuerzo para solucionar nuestros problemas. Pero no solo nos interesamos superficialmente en ellas, necesitamos creer que realmente funcionan, buscamos convencernos a nosotros mismos y a los demás de que si funcionan. La necesidad de creer se vuelve más fuerte que la curiosidad por buscar evidencia de su eficacia. Nuestra visión del mundo se vuelve dependiente de que ese producto o método realmente funcione. Lo introyectamos y lo volvemos parte de nosotros mismos, y si resulta ser falso entonces nosotros somos falsos. Por eso es que nos rehusamos a buscar evidencia y atacamos a cualquiera que pudiera criticarlo. Si alguien critica nuestras creencias es como si nos criticara a nosotros, se ha vuelto algo personal y esto nos ciega aun más a la gran mamada que son.

No olvides checar las otras entradas en mi blog, comentar y compartir tus opiniones. Próximamente seguiremos con este tema de porque caemos en mamadas, no te lo pierdas. Si quieres encontrarme en facebook me puedes buscar aquí: facebook.com/DiurnalSolo y aquí: facebook.com/luisarnoldo.frettlohrbarra

Cuando los clientes se van

Una de las tareas principales de cualquier psicólogo es mantenerse actualizado, creo que nadie puede negar esta realidad. Desgraciadamente la inmensa mayoría de los profesionales en psicología rara vez leen artículos de investigación una vez que han terminado sus estudios de licenciatura. Así la mayor parte de la información nueva que reciben es por medio de noticias en los medios de comunicación las cuales traen consigo un gran potencial de desinformar por los sesgos y prejuicios de los periodistas no expertos en psicología. Lamento tener que escribir estos sermones pero hay que reflexionar un poco sobre este tema tan importante. Hagamos un breve recuento para generar un inventario personal, ¿cuántos artículos de investigación he revisado últimamente? ¿De dónde obtengo la información que utilizo para generar mi visión de la psicología contemporánea? ¿Acaso solo leo libros recomendados por colegas los cuales fueron escritos hace décadas y quizá no reflejan el estado actual de la ciencia? ¿Será realmente una buena idea aceptar como cierta la información que obtengo de las noticias que sensacionalizan algún estudio sin saber si fue mal interpretado?

Sin duda hay que leer más artículos de investigación, pero no solo eso, también hay que aprender a leer esos artículos. En primer lugar hay que saber detectar sesgos y prejuicios de los autores. Conocer los diferentes tipos de estudios e investigaciones que se pueden llevar a cabo en las ciencias sociales. Pero sobre todo mantener una perspectiva escéptica y no creer todo lo que leemos. Es importante generar una consciencia sobre nosotros mismos, de nuestros propios prejuicios. No hay que leer solo aquel material que está de acuerdo con nuestras ideas preconcebidas y desechar las críticas que atacan a nuestras teorías favoritas. Muchas veces aprendemos más de los críticos que atacan aquellas teorías que valoramos tanto. Pero sobre todo nunca olvidar que la ciencia es una labor que nunca termina, que no busca «verdades» y quizá aquella teoría o metodología que ayer nos parecía tan cierta y apropiada mañana pueda resultar obsoleta.

Después del sermón quizá pretensioso pero sin duda necesario quiero compartirles algo nuevo que aprendí al leer un par de artículos. El primero es un meta-análisis muy interesante publicado recientemente en el Journal of Consulting and Clinical Psychology. Se trata de ese problema que todo clínico a tenido que afrontar, la deserción prematura de alguno de sus clientes en psicoterapia. Los meta-análisis son buenos porque reúnen a varios estudios similares y acumulan así los datos para generar un gran estudio con mayor poder analítico y predictivo. El artículo de Swift & Greenberg (2012) nos habla de que la última revisión exhaustiva sobre la deserción en psicoterapia en adultos fue en 1993 por Wierzbicki & Pekarik. En aquellos tiempos el promedio de deserción que se encontró a través de 125 estudios fue del 47%.  Esto quiere decir que hace 20 años alrededor de la mitad de la población adulta que iniciaba algún proceso psicoterapéutico no lo terminaba. Pero mucho ha cambiado en esos 20 años, al menos en EEUU, en lo que refiere a prácticas psicoterapéuticas. Para identificar los rangos actuales Swift & Greenberg hicieron una serie de meta-análisis y meta-regresiones en donde incluyeron 669 estudios representando a 83,834 clientes. Lo que encontraron fue que actualmente el promedio de deserción es de 19.7% lo cual es una gran mejoría al ser comparada con los números de Wierzbicki & Pekarik. Esto nos dice que mientras que antes la mitad de los clientes abandonaban la psicoterapia ahora solo es una quinta parte de ellos. Es una gran disminución, pero los autores nos mencionan que aun es muy alto. Una buena meta sería que ningún cliente abandone la psicoterapia, tanto para beneficio de ellos mismos como de los clínicos.

Pero hay que considerar algunos puntos muy importantes al leer este estudio. Primeramente se trata de un meta-análisis utilizando estudios realizados en EEUU. Hay que tener en cuenta que las condiciones en las que se realiza la psicoterapia en EEUU son muy diferentes a las de México. No cualquier psicólogo puede dar psicoterapia, debe tener una licencia que obtiene a través del estado en que radica, en México cualquiera puede dar psicoterapia, incluso aquellos que ni siquiera son licenciados en psicología. El otro punto es que la psicoterapia está incluida en muchos planes de seguro médico en EEUU. Además las compañías han puesto presión para que solo aquellas técnicas psicoterapéuticas que muestren evidencia de eficacia sean introducidas en esos planes. En México aun cuando estamos trabajando en la cobertura universal de servicios de salud pública y aun cuando en la misma constitución se habla de atención a la salud mental la penetración es mínima y solo en algunos casos se brinda este servicio a través de algún plan de seguro médico público.

Estuve buscando algún estudio realizado en México sobre deserción en el proceso psicoterapéutico y solo encontré uno. Probablemente existan más, pero definitivamente no hay ningún tipo de análisis a través de meta-análisis. En el estudio realizado por Torres & Lara (2002) se menciona un rango de deserción del 49% en clientes que cursaban un proceso psicoterapéutico. Este estudio fue publicado en el 2002 y hay que tener en cuenta que la muestra solo fue de 82 pacientes. Podemos observar que estos rangos son muy similares a los reportados en 1993 por Wierzbicki & Pekarik. Sería interesante el observar que ha cambiado en la práctica psicoterapéutica de los últimos 20 años en EEUU y que pudiera explicar la disminución. Una de las cosas que pudiera uno pensar es el aumento de interés que se le brinda a la relación psicoterapéutica actualmente. Hoy en día se cree que una buena relación entre cliente y terapeuta es necesaria para obtener resultados positivos, tal y como lo había dicho Rogers hace tiempo aunque con la diferencia de que se ha encontrado que no es suficiente. Rogers pensaba que la relación era necesaria y suficiente para el cambio positivo, hoy en día se sabe que no es así, se necesita también una tecnología además de la relación empática. Otro factor de cambio que pudiera tener algún efecto son las nuevas terapias que surgieron a partir de los 90’s. Lo que se llama la «tercera ola» de intervenciones cognitivo-conductuales. Estas nuevas terapias colocan un énfasis en lo que se llama mindfulness en inglés y que podríamos traducir como una atención consciente a eventos privados así como en la aceptación de esos eventos. La tendencia actual es un cambio desde el control que se observa en las terapias cognitivo-conductuales tradicionales hacia la flexibilidad en las de la tercera ola. Pudiera ser un factor que haya tenido influencia sobre la disminución en la deserción, pero esto obvio es pura especulación de mi parte.

Por último el meta-análisis de Swift & Greenberg (2012) nos arroja un poco más de información muy interesante. No solo es importante que tanta gente abandona el proceso psicoterapéutico, pero también cuales son las características de estas personas que lo hacen. Los autores mencionan que la deserción no fue moderada por la orientación de la terapia, si el tratamiento se aplico de forma individual o en formato de grupo, ni por un número de variables demográficas. Pero lo que si moderó los resultados fue el diagnóstico y edad del cliente, el nivel de experiencia del proveedor, el lugar de la intervención y otras variables. Lo que nos dicen es que aquellos clientes que eran más jóvenes y que tenían un diagnóstico de trastorno de personalidad o de alimentación fueron los más probables en abandonar el tratamiento. Para un clínico con experiencia esto no es nada nuevo, ya que saben bien que un cliente joven o adolescente con problemas de personalidad son los más difíciles a tratar.

Como conclusión solo me queda decir que es necesario una mejor organización y regulación por parte de los profesionales en psicología. Necesitamos instituciones fuertes que nos representen y que hagan presión para que se incremente la penetración de nuestros servicios en la población. Pero al mismo tiempo se deben mejorar las prácticas y esto solo se puede hacer basándose en evidencia y estudios científicos. Desgraciadamente en México la práctica humanista es de las más fuertes y su modelo de trabajo no-científico no se presta para ser evaluada basándonos en evidencia. Los practicantes humanistas nos dirán que no es importante el análisis científico de la persona ni sus resultados, sino su acompañamiento en su desarrollo personal. No es de extrañar pues que a una gran parte de psicólogos humanistas les guste introducir un gran misticismo a su práctica.

Gracias por leer este artículo, si les gustó no olviden comentar y si no les gustó con mucha mayor razón.

Referencia:

Premature discontinuation in adult psychotherapy: A meta-analysis. Swift, Joshua K.; Greenberg, Roger P. Journal of Consulting and Clinical Psychology, Vol. 80(4), Aug 2012, 547-559.

Apego al tratamiento psicoterapéutico y resultados de una intervención breve en pacientes de consulta externa psiquiátrica. Torres Torija, Javier C.; Lara Muñoz, María, C. Salud Mental, Vol. 25(6), Dic 2002, 27-34.

La Mamada de la Leyenda de Freud: Final

Terminamos con la introducción al libro En contra de Freud: Los críticos responden, de Todd Dufresne. Un breve revisionismo de la historia supuestamente legendaria de Freud y su obra. Pueden encontrar la segunda parte aquí. En la siguiente entrada a este blog discutiré algunas conclusiones personales sobre este texto y el estado del psicoanálisis en general.

<Tercera Parte>

Jung hizo su parte para avanzar al psicoanálisis como una teoría y movimiento. Por ejemplo, fue Jung quien introdujo los experimentos de Zurich en asociación de palabras a Freud, lo cual se volvió una idea central de la práctica psicoanalítica. Muy pronto Freud empezó a requerir que los pacientes hicieran «libre asociación,» esto es, que hablaran libremente sobre cualquier idea que les llegara a la cabeza, muchas veces en relación a un sueño o fantasía. Jung también defendió un mayor rigor institucional entre aquellos que se hacían llamar Freudianos, argumentando que todos los futuros analistas debían ser analizados, una idea que muy pronto se volvió pieza clave del psicoanálisis institucional.

Sin embargo, como en sus relaciones anteriores con Fliess y Breuer, Freud demandaba una estricta fidelidad a sus ideas y era intolerante cuando cualquiera empezaba a dudar en los puntos clave de la doctrina o usaba al psicoanálisis en su contra. Y así Freud, aunque alguna vez desesperado por ver a Jung como su sucesor, rompió con él en 1912. Tótem y tabú (1913) de Freud, un trabajo fantástico sobre el origen prehistórico de la culpa y conciencia en un supuesto acto de parricidio, sería el primero en una serie de golpes y contra golpes entre los dos hombres.

No obstante el psicoanálisis prosperó. Para esta época aquellos en el campo estaban desarrollando sus propias revistas, casa editorial, e instituciones de entrenamiento, y gozaban de una creciente presencia internacional. Freudianos bien colocados incluían a Ernest Jones en Londres, Karl Abraham en Berlín, Sandor Ferenczi en Budapest, y Otto Rank en Viena. Cuando llegó la primera guerra mundial, el psicoanálisis se esparció rápidamente como un posible método para tratar traumas y neurosis de guerra intratables. A su vez, seguidores médicamente entrenados empezaron a rodear cada vez más a Freud y a un grupo central de discípulos, el auto-ungido «comité secreto,» quienes juntos establecieron al psicoanálisis a través del mundo occidental.

En medio de esta alza, Freud, volviéndose a comprometer a sí mismo hacia el dualismo que siempre favoreció, anunció en Más allá del principio del placer (1920) que la teoría de la fantasía sexual necesitaba una contraparte, una teoría de la pulsión de muerte. Pero pocos de los adherentes a Freud compartieron su envergadura de aprendizaje o curiosidad intelectual, y pocos de ellos aceptaron esta nueva visión. Aun menos entendieron porque él complicaría una perfectamente buena, y para entonces bien aceptada, teoría de sexualidad. Para explicar Más allá, algunos apuntaron al bien conocido pesimismo y misantropía de Freud; la muerte de una hija favorita; los eventos de la primera guerra mundial, en la cual dos hijos sirvieron; conflictos emocionales no resueltos; y hasta aburrimiento durante el periodo entre guerras.

Hasta hoy en día se le presta insuficiente atención a la conexión entre la nueva «metapsicología» de 1915-1920 de Freud -de la cual la pulsión de muerte es el máximo logro- y las viejas ideas pre-psicoanalíticas de los 1880s y 1890s. Pero una vez que se hace la conexión uno no puede ignorar los aspectos completamente equivocados y obstinados de la visión científica de Freud, incluyendo el complejo biologismo que avala a la empresa. Por ejemplo, en la estela del redescubrimiento de la genética Mendeliana en 1900, pocos científicos serios podrían aun creer en la herencia de características adquiridas. Sin embargo Freud lo hizo, imaginando que esta falta de creencia era un problema para otros. Como claramente admite en Moisés y monoteísmo (1939), muy para la vergüenza de sus seguidores, «No puedo prescindir de este factor [i.e., herencia Lamarkiana] en la evolución biológica.»

El biologismo retrógrado de Freud es aun más irónico en que sus últimos trabajos «culturales,» todos ellos posibles por su teoría biológicamente determinada de la pulsión de muerte, ahora se consideran entre sus más famosos y clásicos. Esto incluye El futuro de una ilusión de 1927, en donde reduce a la religión a un apego infantil a Papi, y El malestar en la cultura de 1930, en donde analiza los malestares persistentes de la existencia civilizada. De manera similar, los clínicos en especial no han apreciado bien que el giro tardío de Freud hacia una psicología del yo en El yo y el ello (1923) -y con ello el cambio del modelo consciente/inconsciente del funcionamiento mental hacia el famoso superyó/yo/ello- fue condicionado por este viejo biologismo. Desafortunadamente, las declaraciones biológicas explícitas de Freud en estos últimos trabajos han sido minimizados o simplemente ignorados a favor de sus más aceptables, si no más trilladas, conclusiones sobre el individuo reprimido y lleno de culpa de la sociedad moderna. De acuerdo a la visión censurada de los últimos trabajos de Freud, la sociedad muchas veces requiere demasiada represión y satisfacción diferida de los individuos. Para compensar, los pocos afortunados subliman su malestar con la civilización hacia el arte y ciencia, mientras que la turba es consignada a una sumisión infantil hacia Dios, neurosis, o ambas. La visión de Freud es de hecho más oscura y más compleja. El contra toda lógica afirmó que los seres humanos son impulsados hacia la muerte por la biología, una adquirida y heredada a través de milenios. Consecuentemente, la conformación del logro humano -arte, ciencia, religión- es una aberración, por más gloriosa que sea, a través de un camino hacia la no-existencia. El resultado: el psicoanálisis puede hacer muy poco sobre nuestras neurosis históricamente inevitables y biológicamente adquiridas. Como él dijo en 1927, el progreso humano no se mide en horas, meses, o hasta años, pero en tiempo geológico. El psicoanálisis es por lo tanto unendlich, o «interminable,» como Freud admitió en 1937, poniéndole así el inconfundible sello terapéutico pesimista a todo el esfuerzo.

Después de su muerte en 1939 la influencia de Freud siguió extendiéndose a través de la sociedad occidental, desde la medicina, psiquiatría, y psicoterapia hasta la literatura, critica, filosofía, y, de manera más general, postmodernismo. Un psicoanálisis médico prosperó en los Estados Unidos, al menos hasta finales de los 1960s, mientras que en los 1970s un psicoanálisis basado en humanidades floreció y, energizado por tales teóricos franceses como Jacques Lacan y Jacques Derrida, se esparció a través del mundo occidental. Pero hoy en día, después del advenimiento de las terapias farmacológicas y el declive de la teoría postmodernista, el psicoanálisis parece haber llegado a su fin. Naturalmente Freud se mantiene como uno de los indiscutidos gigantes del pensamiento del siglo XX. Pero su legado ha sido radicalmente minado mientras los críticos siguen debatiendo el fundamento científico de su trabajo, incluyendo las teorías de represión y del inconsciente; su método clínico, o falta de; la eficacia de su práctica y del habla terapéutica en general; la ética de su vida y trabajo; y la política interna del movimiento psicoanalítico. De hecho, haciendo a un lado a aguantadores motivados con reputaciones que perder, ahora se cree de manera amplia que el psicoanálisis como una teoría viable y como práctica esta muerto o agonizando.

<Fin>

Tomado de:

Todd Dufresne (2007). Against Freud, Critics Talk Back. Introduction: The Revised Life and Work of Sigmund Freud. Págs. 3-5. Stanford University Press. EEUU.

Traducción por: Luis Frettlöhr Barra

 

La Mamada de la Leyenda de Freud: Segunda Parte

Seguimos con la introducción al libro En contra de Freud: Los críticos responden, de Todd Dufresne. Un breve revisionismo de la historia supuestamente legendaria de Freud y su obra. Pueden encontrar la primera parte aquí.

<Segunda Parte>

Aunque problemáticas, las explicaciones retrospectivas de Freud acerca del abandono de la teoría de seducción y el nacimiento del psicoanálisis son claras. Lo que Freud ya había llamado psicoanálisis en 1896 fue después de 1897 reconcebido como el análisis del rapport emocional, o transferencia, entre el paciente y médico. Además, este rapport ahora se entendería como estando infundido con fantasía sexual, en sí mismo una repetición del disturbio interno basado en conflictos sexuales inconscientes no resueltos y reprimidos. Freud afirmó haber dejado la hipnosis por completo en su práctica, así supuestamente evadiendo el problema de la sugestión y haber descubierto la ubicuidad de la sexualidad infantil y la doctrina de la perversidad polimórfica. Su afirmación revisada: la histeria y las neurosis son psicológicamente condicionadas y no son causadas por abuso sexual. Y así, aunque Freud había estado fundamentalmente en lo correcto al escarbar profundo por algún significado reprimido e inconsciente en el centro de la enfermedad mental, se equivocó al haber aceptado los reportes de sus primeros pacientes. Había confundido las fantasías de abuso por verdadero abuso.

Nunca más volvería Freud a arriesgar el futuro de su ciencia, y de su reputación, en la realidad objetiva (y por lo tanto verificable) de eventos pasados. En el mejor de los casos, el psicoanálisis tomó refugio en la fantasía del individuo neurótico, si no es que en el auto-análisis de los propios sueños y neurosis de Freud, los cuales no eran solamente objetivamente conocibles pero eran en principio universalmente ciertos para toda la gente y culturas. En el peor de los casos, el psicoanálisis dictó las conclusiones que supuestamente buscaba, descaradamente manipulando estudios de caso para reflejar las exigencias teóricas y políticas siempre cambiantes del día. Tal fue el caso de Anna O. Ahora sabemos que esta paciente, Bertha Pappenheim, no solo fracasó en recuperarse de la histeria, como se afirmó, pero que también se volvió adicta a la morfina al final de su tratamiento con Breuer e institucionalizada en un sanatorio Suizo. El sorprendente diagnóstico de su nuevo doctor: histeria. Un año después Breuer confesó que deseaba que Pappenheim muriera para que fuera liberada de su sufrimiento. Y sin embargo, exhortado por Freud, presentaron este total fracaso de la cura hablada como el fundamento de los Estudios en Histeria.

La metodología psicoanalítica no es menos un lodazal que una teoría. Freud falló en decir que era exactamente el psicoanálisis hasta años después de su nacimiento, publicando sus «Trabajos sobre Técnica» entre 1911 y 1915. Hasta Tres ensayos sobre teoría sexual de 1905, se dejó suponer a los lectores que por psicoanálisis Freud todavía quería decir la recuperación de memorias reales sobre abuso sexual infantil. En otras palabras, aunque Freud abandonó la etiología de seducción en una carta privada a Fliess en 1897, los lectores no sabrían de esto por otros ocho años. Sin embargo Freud se mantuvo ocupado, publicando trabajos de «psicoanálisis» –de manera más notable su largo auto-análisis, conducido en la estela de la muerte de su padre en 1896, La interpretación de los sueños (1900).

Más adelante Freud afirmaría que su trabajo temprano había sido rutinariamente ignorado o malinterpretado, y que no se dejaría intimidar por diagnosticar la causa de esta aparente resistencia por parte de la sociedad y sus críticos. Estos fueron los tiempos de su auto-mitologizado «espléndido aislamiento.» Pero la actitud de Freud era solamente una pose romántica, una ficción retrospectiva detrás de la cual hiló su propia leyenda, ya que difícilmente fue ignorado en su propia época. Sobre la fuerza de sus publicaciones y las afirmaciones de eficacia tomadas de ahí, en 1902 Freud fue capaz de reunir a su alrededor a un grupo de seguidores leales para sus «Reuniones de miércoles por la tarde,» precursor de la Sociedad Psicoanalítica de Viena de 1906-1915. Este diverso grupo se reunía semanalmente para discutir el trabajo de Freud y aprender sobre el psicoanálisis desde el mismísimo maestro. En efecto, estas reuniones eran la actividad primaria requerida de la gente que querían volverse analistas en los primeros días.

En 1907 la fortuna le brilló aun más a Freud cuando el psiquiatra suizo Carl Jung se volvió un seguidor. El involucramiento de Jung no solo traería al psicoanálisis en contacto con un instituto de investigación respetado y disciplina pero sacaría al análisis del ambiente judío en el que Freud y sus adherentes, ellos mismos en gran parte judíos, vivían y practicaban. En otras palabras, la sola presencia de Jung le prestaría peso a la afirmación de que el psicoanálisis era una ciencia.

<Fin de Segunda parte>

No se pierdan la siguiente parte próximamente en este blog. Gracias por su atención.

Tomado de:

Todd Dufresne (2007). Against Freud, Critics Talk Back. Introduction: The Revised Life and Work of Sigmund Freud. Págs. 3-5. Stanford University Press. EEUU.

Traducción por: Luis Frettlöhr Barra