Un breve extracto de un meta-análisis sobre intervenciones psicoterapéuticos basadas en el perdón

10th anniversary of the September 11 Attacks

A continuación les presento un extracto de un artículo publicado recientemente sobre la eficacia de modelos teóricamente basados de intervención en perdón. Los autores del estudio, Wade, Hoyt, Kidwell & Worthington (2013) realizaron un meta-análisis en donde toman los datos de 54 estudios publicados y no publicados sobre intervenciones explícitamente aplicadas para promover el perdón. El modelo Enright y el modelo Worthington de intervenciones en perdón pueden ser aplicadas de manera individual y grupal. El extracto inicia a continuación:

El estudio psicológico del perdón ha aumentado dramáticamente en las últimas dos décadas (Fehr, Gelfand, & Nag, 2010; Worthington, 2005), especialmente en la exploración de intervenciones diseñadas de manera explícita para promover el perdón. La evidencia inicial apoya la eficacia de estas intervenciones en perdón, mostrando que pueden ayudar a los participantes a incrementar su grado de perdón por una ofensa o daño, aumentando la esperanza y bienestar psicológico, y disminuyendo depresión, ansiedad, y enojo (Baskin & Enright, 2004; Wade, Worthington, & Meyer, 2005).

Definición del Perdón

¿Qué es «perdonar»? De acuerdo al consenso que emerge entre los investigadores en intervenciones, el perdonar puede incluir tanto (a) la reducción de pensamientos, sentimientos, y motivos de venganza y enojo que pueden estar acompañados de (b) un aumento en alguna forma de pensamientos, sentimientos, y motivos positivos hacia la persona que ofende (Wade & Worthington, 2003). Así, el perdonar se entiende como una experiencia principalmente interpersonal que no incluye reconciliación con la persona que ofende aun cuando la reconciliación pudiera acompañarla. La mayoría de los investigadores están de acuerdo que el perdonar no es olvidar, condonar, o excusar la mala conducta, y tampoco es simplemente lo opuesto o la ausencia de amargura y vengatividad (i.e., falta de perdón, Wade & Worthington, 2003; véase un acuerdo esencial entre 20 equipos de investigadores en Worthington, 2005).

Dada esta definición, el buscar promover el perdón en psicoterapia es más que simplemente reducir enojo, amargura, y ruminación vengativa. Con muchos clientes, la simple reducción o eliminación de pensamientos y sentimientos negativos pudiera ser considerado un éxito psicoterapéutico. Sin embargo, algunos psicoterapeutas se han preguntado, ¿Qué más se puede hacer por mis clientes que han experimentado un daño significante? (p. ej., DiBlasio & Benda, 1991). En respuesta a esta pregunta, investigadores y clínicos han propuesto que ayudar a los clientes a perdonar pudiera ser un enfoque útil en psicoterapia (Enright, 2001; Worthington, 2001). Esto está en línea con la perspectiva de la psicoterapia positiva la cual busca atender hacia y desarrollar fortalezas en lugar de solo minimizar problemas (Gelso & Woodhouse, 2003; Seligman, Rashid, & Parks, 2006). Así, la promoción del perdón como una técnica psicoterapéutica es más que simplemente reducir pensamientos y sentimientos negativos pero también incluye ayudar a los clientes a avanzar hacia un funcionamiento más positivo, incluso óptimo.

Intervenciones Explícitas en Perdón

Como resultado, se han desarrollado varios modelos teóricos de perdón para promover el perdonar (p. ej., Enright, 2001; Luskin, 2007; Worthington, 2001). Grupos de investigadores encabezados por Enright y Worthington han liderado el camino en la investigación de eficacia de estas intervenciones. El modelo de tratamiento de Enright contiene 20 pasos (Enright & Fitzgibbons, 2000), los cuales están resumidos en cuatro fases: Descubrimiento (de sentimientos negativos sobre la ofensa), Decisión (para buscar el perdón por una instancia específica), Trabajo (hacia entender a la persona ofensora), y Hallazgo (de resultados positivos no anticipados y empatía hacia la persona ofensora). Cada una de estas fases incluyen varios pasos más pequeños dentro de ellas. Por ejemplo, dentro de la fase de Trabajo, los clientes trabajan hacia entender al ofensor, desarrollar compasión, aceptar/absorber el dolor, y considerar dar el regalo del perdón al ofensor (Enright, 2001). La eficacia del modelo Enright ha sido demostrado con varios grupos tan diversos como adultos sobrevivientes de incesto (Freedman & Enright, 1996), padres que han adoptado niños con necesidades especiales (Baskin, Rhody, Schoolmeesters, & Ellingson, 2011), y pacientes internados que están luchando con adicción al alcohol y drogas (Lin, Mack, Enright, Krahn, & Baskin, 2004).

El otro grupo primario de investigación ha conducido investigación alrededor del modelo de Perdón REACH de Worthington (2001).  Cada letra en el acrónimo REACH representa un componente principal en el proceso del perdón. En el primer paso de este modelo, los participantes recuerdan (R) el daño que experimentaron y las emociones asociadas con este. Después, los participantes trabajan para empatizar (E) con su ofensor, tomar la perspectiva de otro, y considerar factores que pudieran haber contribuido a las acciones del ofensor. Esto se hace sin condonar las acciones del otro o invalidando los sentimientos muchas veces fuertes que la persona ofendida tiene como respuesta. Tercero, los participantes exploran la idea de que el perdonar puede ser un regalo altruista (A) hacia el ofensor. Los participantes aprenden que el perdón se puede dar de manera libre o retenido legítimamente y recuerdan las veces en que otros los han perdonado. Cuarto, los participantes hacen un compromiso (C) para perdonar. Esto incluye comprometerse al perdón que uno ya ha alcanzado así como comprometerse a trabajar hacia más perdón, sabiendo que este es un proceso que muchas veces requiere tiempo para madurar. Por último, los participantes buscan sujetarse (H por su sigla en inglés) de o mantener su perdón a través de momentos de incertidumbre o ante el retorno del enojo y amargura (p. ej., si son lastimados de nuevo de manera similar).

Meta-análisis previos han indicado que intervenciones de esta naturaleza pueden promover de manera efectiva el perdón (Baskin & Enright, 2004; Wade et al., 2005). En uno de los primeros meta-análisis sobre la eficacia de intervenciones en perdón, Baskin y Enright encontraron que en nueve estudios de terapia individual y grupal (N = 330 participantes), intervenciones explícitas en perdón aumentaron el perdón, esperanza, y autoestima, y redujeron ansiedad y depresión.

Conclusiones de los autores del meta-análisis

Parece ser que el usar intervenciones en perdón teóricamente basadas es una buena elección para ayudar a los clientes a lidiar con ofensas pasadas y ayudarles a alcanzar resolución en la forma de perdonar. Las diferencias entre enfoques de tratamiento desaparecieron cuando se hizo control para otros moderadores significantes; la ventaja para intervenciones individuales fue más claramente demostrada para el modelo Enright de intervenciones, ya que no han habido estudios sobre intervenciones individuales utilizando el modelo Worthington.

Tomado del artículo: Wade, N. G., Hoyt, W. T., Kidwell, J. E. M., & Worthington, E. L., Jr. (2013, December 23). Efficacy of Psychotherapeutic Interventions to Promote Forgiveness: A Meta-Analysis. Journal of Consulting and Clinical Psychology. Advance online publication. doi: 10.1037/a0035268

Cuando los clientes se van

Una de las tareas principales de cualquier psicólogo es mantenerse actualizado, creo que nadie puede negar esta realidad. Desgraciadamente la inmensa mayoría de los profesionales en psicología rara vez leen artículos de investigación una vez que han terminado sus estudios de licenciatura. Así la mayor parte de la información nueva que reciben es por medio de noticias en los medios de comunicación las cuales traen consigo un gran potencial de desinformar por los sesgos y prejuicios de los periodistas no expertos en psicología. Lamento tener que escribir estos sermones pero hay que reflexionar un poco sobre este tema tan importante. Hagamos un breve recuento para generar un inventario personal, ¿cuántos artículos de investigación he revisado últimamente? ¿De dónde obtengo la información que utilizo para generar mi visión de la psicología contemporánea? ¿Acaso solo leo libros recomendados por colegas los cuales fueron escritos hace décadas y quizá no reflejan el estado actual de la ciencia? ¿Será realmente una buena idea aceptar como cierta la información que obtengo de las noticias que sensacionalizan algún estudio sin saber si fue mal interpretado?

Sin duda hay que leer más artículos de investigación, pero no solo eso, también hay que aprender a leer esos artículos. En primer lugar hay que saber detectar sesgos y prejuicios de los autores. Conocer los diferentes tipos de estudios e investigaciones que se pueden llevar a cabo en las ciencias sociales. Pero sobre todo mantener una perspectiva escéptica y no creer todo lo que leemos. Es importante generar una consciencia sobre nosotros mismos, de nuestros propios prejuicios. No hay que leer solo aquel material que está de acuerdo con nuestras ideas preconcebidas y desechar las críticas que atacan a nuestras teorías favoritas. Muchas veces aprendemos más de los críticos que atacan aquellas teorías que valoramos tanto. Pero sobre todo nunca olvidar que la ciencia es una labor que nunca termina, que no busca «verdades» y quizá aquella teoría o metodología que ayer nos parecía tan cierta y apropiada mañana pueda resultar obsoleta.

Después del sermón quizá pretensioso pero sin duda necesario quiero compartirles algo nuevo que aprendí al leer un par de artículos. El primero es un meta-análisis muy interesante publicado recientemente en el Journal of Consulting and Clinical Psychology. Se trata de ese problema que todo clínico a tenido que afrontar, la deserción prematura de alguno de sus clientes en psicoterapia. Los meta-análisis son buenos porque reúnen a varios estudios similares y acumulan así los datos para generar un gran estudio con mayor poder analítico y predictivo. El artículo de Swift & Greenberg (2012) nos habla de que la última revisión exhaustiva sobre la deserción en psicoterapia en adultos fue en 1993 por Wierzbicki & Pekarik. En aquellos tiempos el promedio de deserción que se encontró a través de 125 estudios fue del 47%.  Esto quiere decir que hace 20 años alrededor de la mitad de la población adulta que iniciaba algún proceso psicoterapéutico no lo terminaba. Pero mucho ha cambiado en esos 20 años, al menos en EEUU, en lo que refiere a prácticas psicoterapéuticas. Para identificar los rangos actuales Swift & Greenberg hicieron una serie de meta-análisis y meta-regresiones en donde incluyeron 669 estudios representando a 83,834 clientes. Lo que encontraron fue que actualmente el promedio de deserción es de 19.7% lo cual es una gran mejoría al ser comparada con los números de Wierzbicki & Pekarik. Esto nos dice que mientras que antes la mitad de los clientes abandonaban la psicoterapia ahora solo es una quinta parte de ellos. Es una gran disminución, pero los autores nos mencionan que aun es muy alto. Una buena meta sería que ningún cliente abandone la psicoterapia, tanto para beneficio de ellos mismos como de los clínicos.

Pero hay que considerar algunos puntos muy importantes al leer este estudio. Primeramente se trata de un meta-análisis utilizando estudios realizados en EEUU. Hay que tener en cuenta que las condiciones en las que se realiza la psicoterapia en EEUU son muy diferentes a las de México. No cualquier psicólogo puede dar psicoterapia, debe tener una licencia que obtiene a través del estado en que radica, en México cualquiera puede dar psicoterapia, incluso aquellos que ni siquiera son licenciados en psicología. El otro punto es que la psicoterapia está incluida en muchos planes de seguro médico en EEUU. Además las compañías han puesto presión para que solo aquellas técnicas psicoterapéuticas que muestren evidencia de eficacia sean introducidas en esos planes. En México aun cuando estamos trabajando en la cobertura universal de servicios de salud pública y aun cuando en la misma constitución se habla de atención a la salud mental la penetración es mínima y solo en algunos casos se brinda este servicio a través de algún plan de seguro médico público.

Estuve buscando algún estudio realizado en México sobre deserción en el proceso psicoterapéutico y solo encontré uno. Probablemente existan más, pero definitivamente no hay ningún tipo de análisis a través de meta-análisis. En el estudio realizado por Torres & Lara (2002) se menciona un rango de deserción del 49% en clientes que cursaban un proceso psicoterapéutico. Este estudio fue publicado en el 2002 y hay que tener en cuenta que la muestra solo fue de 82 pacientes. Podemos observar que estos rangos son muy similares a los reportados en 1993 por Wierzbicki & Pekarik. Sería interesante el observar que ha cambiado en la práctica psicoterapéutica de los últimos 20 años en EEUU y que pudiera explicar la disminución. Una de las cosas que pudiera uno pensar es el aumento de interés que se le brinda a la relación psicoterapéutica actualmente. Hoy en día se cree que una buena relación entre cliente y terapeuta es necesaria para obtener resultados positivos, tal y como lo había dicho Rogers hace tiempo aunque con la diferencia de que se ha encontrado que no es suficiente. Rogers pensaba que la relación era necesaria y suficiente para el cambio positivo, hoy en día se sabe que no es así, se necesita también una tecnología además de la relación empática. Otro factor de cambio que pudiera tener algún efecto son las nuevas terapias que surgieron a partir de los 90’s. Lo que se llama la «tercera ola» de intervenciones cognitivo-conductuales. Estas nuevas terapias colocan un énfasis en lo que se llama mindfulness en inglés y que podríamos traducir como una atención consciente a eventos privados así como en la aceptación de esos eventos. La tendencia actual es un cambio desde el control que se observa en las terapias cognitivo-conductuales tradicionales hacia la flexibilidad en las de la tercera ola. Pudiera ser un factor que haya tenido influencia sobre la disminución en la deserción, pero esto obvio es pura especulación de mi parte.

Por último el meta-análisis de Swift & Greenberg (2012) nos arroja un poco más de información muy interesante. No solo es importante que tanta gente abandona el proceso psicoterapéutico, pero también cuales son las características de estas personas que lo hacen. Los autores mencionan que la deserción no fue moderada por la orientación de la terapia, si el tratamiento se aplico de forma individual o en formato de grupo, ni por un número de variables demográficas. Pero lo que si moderó los resultados fue el diagnóstico y edad del cliente, el nivel de experiencia del proveedor, el lugar de la intervención y otras variables. Lo que nos dicen es que aquellos clientes que eran más jóvenes y que tenían un diagnóstico de trastorno de personalidad o de alimentación fueron los más probables en abandonar el tratamiento. Para un clínico con experiencia esto no es nada nuevo, ya que saben bien que un cliente joven o adolescente con problemas de personalidad son los más difíciles a tratar.

Como conclusión solo me queda decir que es necesario una mejor organización y regulación por parte de los profesionales en psicología. Necesitamos instituciones fuertes que nos representen y que hagan presión para que se incremente la penetración de nuestros servicios en la población. Pero al mismo tiempo se deben mejorar las prácticas y esto solo se puede hacer basándose en evidencia y estudios científicos. Desgraciadamente en México la práctica humanista es de las más fuertes y su modelo de trabajo no-científico no se presta para ser evaluada basándonos en evidencia. Los practicantes humanistas nos dirán que no es importante el análisis científico de la persona ni sus resultados, sino su acompañamiento en su desarrollo personal. No es de extrañar pues que a una gran parte de psicólogos humanistas les guste introducir un gran misticismo a su práctica.

Gracias por leer este artículo, si les gustó no olviden comentar y si no les gustó con mucha mayor razón.

Referencia:

Premature discontinuation in adult psychotherapy: A meta-analysis. Swift, Joshua K.; Greenberg, Roger P. Journal of Consulting and Clinical Psychology, Vol. 80(4), Aug 2012, 547-559.

Apego al tratamiento psicoterapéutico y resultados de una intervención breve en pacientes de consulta externa psiquiátrica. Torres Torija, Javier C.; Lara Muñoz, María, C. Salud Mental, Vol. 25(6), Dic 2002, 27-34.

La Mamada de la Leyenda de Freud: Final

Terminamos con la introducción al libro En contra de Freud: Los críticos responden, de Todd Dufresne. Un breve revisionismo de la historia supuestamente legendaria de Freud y su obra. Pueden encontrar la segunda parte aquí. En la siguiente entrada a este blog discutiré algunas conclusiones personales sobre este texto y el estado del psicoanálisis en general.

<Tercera Parte>

Jung hizo su parte para avanzar al psicoanálisis como una teoría y movimiento. Por ejemplo, fue Jung quien introdujo los experimentos de Zurich en asociación de palabras a Freud, lo cual se volvió una idea central de la práctica psicoanalítica. Muy pronto Freud empezó a requerir que los pacientes hicieran «libre asociación,» esto es, que hablaran libremente sobre cualquier idea que les llegara a la cabeza, muchas veces en relación a un sueño o fantasía. Jung también defendió un mayor rigor institucional entre aquellos que se hacían llamar Freudianos, argumentando que todos los futuros analistas debían ser analizados, una idea que muy pronto se volvió pieza clave del psicoanálisis institucional.

Sin embargo, como en sus relaciones anteriores con Fliess y Breuer, Freud demandaba una estricta fidelidad a sus ideas y era intolerante cuando cualquiera empezaba a dudar en los puntos clave de la doctrina o usaba al psicoanálisis en su contra. Y así Freud, aunque alguna vez desesperado por ver a Jung como su sucesor, rompió con él en 1912. Tótem y tabú (1913) de Freud, un trabajo fantástico sobre el origen prehistórico de la culpa y conciencia en un supuesto acto de parricidio, sería el primero en una serie de golpes y contra golpes entre los dos hombres.

No obstante el psicoanálisis prosperó. Para esta época aquellos en el campo estaban desarrollando sus propias revistas, casa editorial, e instituciones de entrenamiento, y gozaban de una creciente presencia internacional. Freudianos bien colocados incluían a Ernest Jones en Londres, Karl Abraham en Berlín, Sandor Ferenczi en Budapest, y Otto Rank en Viena. Cuando llegó la primera guerra mundial, el psicoanálisis se esparció rápidamente como un posible método para tratar traumas y neurosis de guerra intratables. A su vez, seguidores médicamente entrenados empezaron a rodear cada vez más a Freud y a un grupo central de discípulos, el auto-ungido «comité secreto,» quienes juntos establecieron al psicoanálisis a través del mundo occidental.

En medio de esta alza, Freud, volviéndose a comprometer a sí mismo hacia el dualismo que siempre favoreció, anunció en Más allá del principio del placer (1920) que la teoría de la fantasía sexual necesitaba una contraparte, una teoría de la pulsión de muerte. Pero pocos de los adherentes a Freud compartieron su envergadura de aprendizaje o curiosidad intelectual, y pocos de ellos aceptaron esta nueva visión. Aun menos entendieron porque él complicaría una perfectamente buena, y para entonces bien aceptada, teoría de sexualidad. Para explicar Más allá, algunos apuntaron al bien conocido pesimismo y misantropía de Freud; la muerte de una hija favorita; los eventos de la primera guerra mundial, en la cual dos hijos sirvieron; conflictos emocionales no resueltos; y hasta aburrimiento durante el periodo entre guerras.

Hasta hoy en día se le presta insuficiente atención a la conexión entre la nueva «metapsicología» de 1915-1920 de Freud -de la cual la pulsión de muerte es el máximo logro- y las viejas ideas pre-psicoanalíticas de los 1880s y 1890s. Pero una vez que se hace la conexión uno no puede ignorar los aspectos completamente equivocados y obstinados de la visión científica de Freud, incluyendo el complejo biologismo que avala a la empresa. Por ejemplo, en la estela del redescubrimiento de la genética Mendeliana en 1900, pocos científicos serios podrían aun creer en la herencia de características adquiridas. Sin embargo Freud lo hizo, imaginando que esta falta de creencia era un problema para otros. Como claramente admite en Moisés y monoteísmo (1939), muy para la vergüenza de sus seguidores, «No puedo prescindir de este factor [i.e., herencia Lamarkiana] en la evolución biológica.»

El biologismo retrógrado de Freud es aun más irónico en que sus últimos trabajos «culturales,» todos ellos posibles por su teoría biológicamente determinada de la pulsión de muerte, ahora se consideran entre sus más famosos y clásicos. Esto incluye El futuro de una ilusión de 1927, en donde reduce a la religión a un apego infantil a Papi, y El malestar en la cultura de 1930, en donde analiza los malestares persistentes de la existencia civilizada. De manera similar, los clínicos en especial no han apreciado bien que el giro tardío de Freud hacia una psicología del yo en El yo y el ello (1923) -y con ello el cambio del modelo consciente/inconsciente del funcionamiento mental hacia el famoso superyó/yo/ello- fue condicionado por este viejo biologismo. Desafortunadamente, las declaraciones biológicas explícitas de Freud en estos últimos trabajos han sido minimizados o simplemente ignorados a favor de sus más aceptables, si no más trilladas, conclusiones sobre el individuo reprimido y lleno de culpa de la sociedad moderna. De acuerdo a la visión censurada de los últimos trabajos de Freud, la sociedad muchas veces requiere demasiada represión y satisfacción diferida de los individuos. Para compensar, los pocos afortunados subliman su malestar con la civilización hacia el arte y ciencia, mientras que la turba es consignada a una sumisión infantil hacia Dios, neurosis, o ambas. La visión de Freud es de hecho más oscura y más compleja. El contra toda lógica afirmó que los seres humanos son impulsados hacia la muerte por la biología, una adquirida y heredada a través de milenios. Consecuentemente, la conformación del logro humano -arte, ciencia, religión- es una aberración, por más gloriosa que sea, a través de un camino hacia la no-existencia. El resultado: el psicoanálisis puede hacer muy poco sobre nuestras neurosis históricamente inevitables y biológicamente adquiridas. Como él dijo en 1927, el progreso humano no se mide en horas, meses, o hasta años, pero en tiempo geológico. El psicoanálisis es por lo tanto unendlich, o «interminable,» como Freud admitió en 1937, poniéndole así el inconfundible sello terapéutico pesimista a todo el esfuerzo.

Después de su muerte en 1939 la influencia de Freud siguió extendiéndose a través de la sociedad occidental, desde la medicina, psiquiatría, y psicoterapia hasta la literatura, critica, filosofía, y, de manera más general, postmodernismo. Un psicoanálisis médico prosperó en los Estados Unidos, al menos hasta finales de los 1960s, mientras que en los 1970s un psicoanálisis basado en humanidades floreció y, energizado por tales teóricos franceses como Jacques Lacan y Jacques Derrida, se esparció a través del mundo occidental. Pero hoy en día, después del advenimiento de las terapias farmacológicas y el declive de la teoría postmodernista, el psicoanálisis parece haber llegado a su fin. Naturalmente Freud se mantiene como uno de los indiscutidos gigantes del pensamiento del siglo XX. Pero su legado ha sido radicalmente minado mientras los críticos siguen debatiendo el fundamento científico de su trabajo, incluyendo las teorías de represión y del inconsciente; su método clínico, o falta de; la eficacia de su práctica y del habla terapéutica en general; la ética de su vida y trabajo; y la política interna del movimiento psicoanalítico. De hecho, haciendo a un lado a aguantadores motivados con reputaciones que perder, ahora se cree de manera amplia que el psicoanálisis como una teoría viable y como práctica esta muerto o agonizando.

<Fin>

Tomado de:

Todd Dufresne (2007). Against Freud, Critics Talk Back. Introduction: The Revised Life and Work of Sigmund Freud. Págs. 3-5. Stanford University Press. EEUU.

Traducción por: Luis Frettlöhr Barra

 

La Mamada de la Leyenda de Freud: Segunda Parte

Seguimos con la introducción al libro En contra de Freud: Los críticos responden, de Todd Dufresne. Un breve revisionismo de la historia supuestamente legendaria de Freud y su obra. Pueden encontrar la primera parte aquí.

<Segunda Parte>

Aunque problemáticas, las explicaciones retrospectivas de Freud acerca del abandono de la teoría de seducción y el nacimiento del psicoanálisis son claras. Lo que Freud ya había llamado psicoanálisis en 1896 fue después de 1897 reconcebido como el análisis del rapport emocional, o transferencia, entre el paciente y médico. Además, este rapport ahora se entendería como estando infundido con fantasía sexual, en sí mismo una repetición del disturbio interno basado en conflictos sexuales inconscientes no resueltos y reprimidos. Freud afirmó haber dejado la hipnosis por completo en su práctica, así supuestamente evadiendo el problema de la sugestión y haber descubierto la ubicuidad de la sexualidad infantil y la doctrina de la perversidad polimórfica. Su afirmación revisada: la histeria y las neurosis son psicológicamente condicionadas y no son causadas por abuso sexual. Y así, aunque Freud había estado fundamentalmente en lo correcto al escarbar profundo por algún significado reprimido e inconsciente en el centro de la enfermedad mental, se equivocó al haber aceptado los reportes de sus primeros pacientes. Había confundido las fantasías de abuso por verdadero abuso.

Nunca más volvería Freud a arriesgar el futuro de su ciencia, y de su reputación, en la realidad objetiva (y por lo tanto verificable) de eventos pasados. En el mejor de los casos, el psicoanálisis tomó refugio en la fantasía del individuo neurótico, si no es que en el auto-análisis de los propios sueños y neurosis de Freud, los cuales no eran solamente objetivamente conocibles pero eran en principio universalmente ciertos para toda la gente y culturas. En el peor de los casos, el psicoanálisis dictó las conclusiones que supuestamente buscaba, descaradamente manipulando estudios de caso para reflejar las exigencias teóricas y políticas siempre cambiantes del día. Tal fue el caso de Anna O. Ahora sabemos que esta paciente, Bertha Pappenheim, no solo fracasó en recuperarse de la histeria, como se afirmó, pero que también se volvió adicta a la morfina al final de su tratamiento con Breuer e institucionalizada en un sanatorio Suizo. El sorprendente diagnóstico de su nuevo doctor: histeria. Un año después Breuer confesó que deseaba que Pappenheim muriera para que fuera liberada de su sufrimiento. Y sin embargo, exhortado por Freud, presentaron este total fracaso de la cura hablada como el fundamento de los Estudios en Histeria.

La metodología psicoanalítica no es menos un lodazal que una teoría. Freud falló en decir que era exactamente el psicoanálisis hasta años después de su nacimiento, publicando sus «Trabajos sobre Técnica» entre 1911 y 1915. Hasta Tres ensayos sobre teoría sexual de 1905, se dejó suponer a los lectores que por psicoanálisis Freud todavía quería decir la recuperación de memorias reales sobre abuso sexual infantil. En otras palabras, aunque Freud abandonó la etiología de seducción en una carta privada a Fliess en 1897, los lectores no sabrían de esto por otros ocho años. Sin embargo Freud se mantuvo ocupado, publicando trabajos de «psicoanálisis» –de manera más notable su largo auto-análisis, conducido en la estela de la muerte de su padre en 1896, La interpretación de los sueños (1900).

Más adelante Freud afirmaría que su trabajo temprano había sido rutinariamente ignorado o malinterpretado, y que no se dejaría intimidar por diagnosticar la causa de esta aparente resistencia por parte de la sociedad y sus críticos. Estos fueron los tiempos de su auto-mitologizado «espléndido aislamiento.» Pero la actitud de Freud era solamente una pose romántica, una ficción retrospectiva detrás de la cual hiló su propia leyenda, ya que difícilmente fue ignorado en su propia época. Sobre la fuerza de sus publicaciones y las afirmaciones de eficacia tomadas de ahí, en 1902 Freud fue capaz de reunir a su alrededor a un grupo de seguidores leales para sus «Reuniones de miércoles por la tarde,» precursor de la Sociedad Psicoanalítica de Viena de 1906-1915. Este diverso grupo se reunía semanalmente para discutir el trabajo de Freud y aprender sobre el psicoanálisis desde el mismísimo maestro. En efecto, estas reuniones eran la actividad primaria requerida de la gente que querían volverse analistas en los primeros días.

En 1907 la fortuna le brilló aun más a Freud cuando el psiquiatra suizo Carl Jung se volvió un seguidor. El involucramiento de Jung no solo traería al psicoanálisis en contacto con un instituto de investigación respetado y disciplina pero sacaría al análisis del ambiente judío en el que Freud y sus adherentes, ellos mismos en gran parte judíos, vivían y practicaban. En otras palabras, la sola presencia de Jung le prestaría peso a la afirmación de que el psicoanálisis era una ciencia.

<Fin de Segunda parte>

No se pierdan la siguiente parte próximamente en este blog. Gracias por su atención.

Tomado de:

Todd Dufresne (2007). Against Freud, Critics Talk Back. Introduction: The Revised Life and Work of Sigmund Freud. Págs. 3-5. Stanford University Press. EEUU.

Traducción por: Luis Frettlöhr Barra

 

La Relación en la Entrevista Clínica

Aquí les dejo un material que me parece muy bueno sobre la entrevista clínica. Es una traducción personal del material original. Es solamente el capítulo 5 del libro Entrevista Clínica de Sommers-Flanagan & Sommers-Flanagan. Espero les sea de utilidad a todos los estudiantes de psicología y se animen a conseguir el libro completo.

Lo puedes bajar aquí: http://www.mediafire.com/view/?khq5bhw4ky9ayli

J. Sommers-Flanagan & R. Sommers-Flanagan (2009). Clinical Interviewing. Theoretically-supported and Evidence-based Relationships in Clinical Interviewing. Págs. 113-140. John Wiley & Sons, Inc., EEUU.